Mi nueva misión consistía en descubrir una supuesta droga que era usada por la jefatura del partido socialista unido de Venezuela por orden de su jefe, para dominar a hombres y mujeres, sobre todo a los empleados públicos; El nombre del fármaco, componentes, origen y en que forma era administrada era parte del cometido de la investigación.
Fui contratado por mi larga experiencia en descubrir lo que nadie podía lograr; una ONG, tapa de los servicios de inteligencia de los Estados Unidos fue la encargada de concertarme; Los grupos opositores Venezolanos al Régimen dictatorial de Hugo Chávez, aseguraban que más del 50% de las personas que apoyaban y votaban por el Teniente coronel eran obligados en contra de su voluntad a vender su conciencia.
Lo que mas me atraía de esta nueva aventura, dentro del campo de la investigación, era que los que seguían a Chávez, mostraban una conducta que rayaba en la euforia, eran expresiones de amor hacia su líder, su mensaje gestual no expresaba que eran obligados a llorar, reír, gritar, formular gestos y palabras que describen la solidaridad, amor, agradecimiento a su comandante y la disposición de dar la vida por la revolución.
Empecé mi pesquisa con una observación precisa de los niños que acompañaban a sus padres a las marchas, caravanas y mítines; Los niños no actúan, cuando en su hogar oyen a sus familiares comentar lo que para ellos es adverso, lo que no les gusta.
Los miles de pies de películas, videos y fotografías tomadas a los párvulos, reflejaban una natural alegría, no encontré evidencias que estos menores eran obligados a actuar de una manera u otra y que en el seno de su hogar hubiera aversión al llamado comandante Chávez.
Mi segundo paso fue tomar muestras del agua, refrescos, cervezas y comida que era expedida por particulares o regalada por el partido en concentraciones donde el Dictador estaba presente.
Cientos de muestras fueron enviadas al centro de drogas en Washington, analizadas en todas las formas y maneras, escudriñando por algún componente extraño a la estructura original de la muestra observada; El resultado fue negativo.
Contrate una compañía encuestadora para hacer indagaciones a los empleados públicos, el 65% estaba de acuerdo con la gestión del presidente y en ningún momento se notaba que su respuesta era producto de miedo a represalias, es mas, la lista de argumentos para apoyar al sistema socialista era cuantiosa.
Toda la investigación me conducía a un callejón sin salida, no encontraba esa droga que supuestamente cambiaba la conducta de los seguidores del autócrata.
El argumento de los capos de la oposición enviados por el pentágono para tumbar a Chávez, aquellos que se les dio una nueva oportunidad en Puerto Rico y que se les entregó una jugosa suma de dinero, aseguraban que el dinero fue invertido totalmente para sacar del juego a Chávez y que no se desvío ni un $ para su propio peculio, insistían que su fracaso para lograr su cometido, era una droga que doblegaba la voluntad de hombres y mujeres, que era algo así como “La burundanga”.
Ya agotado y sin ningún resultado positivo que probara el uso de algún elemento psicotrópico, que conviniera esa hipótesis, me vino la luz.
Me acordé del “Perfumista”.
Revisando los videos, vi en múltiples oportunidades a Chávez arrojando al público sus pañuelos rojos….¡Eureka!, un alivio inundo mi olfato de sabueso.
La pesquisa duró dos extenuantes semanas para encontrar a los individuos que tuvieron la suerte de tener dichos pañuelos.
Al primero que visite fue a Juan, trabajador informal; Toqué la puerta de su humilde rancho localizado en Las Brisas de Petare.
Buenos días Sr. Juan, mi nombre es Peter González, dije, mientras le daba la mano, Yo hablé con usted ayer sobre ese asunto que le expliqué, “¿puedo pasar?”—Pase Sr.—Al entrar, divise mi botín, en una chica mesa estaba un pequeño altar; José Gregorio, La virgen de los dolores, una auyama, un par de tocones de velas, una foto del arcángel San Miguel y una de Chávez, en el fondo sobre un vaso “EL PAÑUELO”. Me acerque al tabernáculo y cuando trate de tomarlo…¡No lo toque!, Dijo Juan—Quiero comprárselo, repiqué--No se vende—Pero—No se vende.
Mi segundo intento de ponerle mis manos a uno de esos pañuelos me costo un puñetazo en mi rostro, cuando dije ¡Es un simple pedazo de tela!.
Al final conseguí algunos pedacitos de pañuelos que un turco vendía por cm, pero al final, mi teoría del perfumista se vino al suelo.
Después de tres meses de investigación escribí mi informe.
El jefe de la sección para asuntos latinoamericanos de la NSA (agencia de seguridad nacional) Abrió el informe.
No existe ninguna droga.
Les tumbaron los fondos.
¡UH! ¡AH! Chávez no se va.
Alfredocorrea56@yahoo.com