EL CAMINO TORCIDO

PORTAL AL MUNDO DE LOS SUEÑOS

lunes, 2 de junio de 2008

Con la marca de la tinta indeleble en mi meñique, originé caos en el Sambil.



Después de ejercer mi derecho al voto desde las bases, en la escogencia de los candidatos para gobernadores y alcaldes del partido socialista unido de Venezuela, me dirigí al banco situado en el centro comercial Sambil.

Todavía no había abierto sus puertas el banco, me coloqué en la cola respectiva; Una señora emperifollada me sonrió cuando le di los buenos días de rigor, cuando levanté mi mano derecha para hacer el cheque, la mencionada señora observó mi meñique con rastros de la tinta indeleble, su cara se transformó, una mirada de odio se dibujo en su rostro y se puso pálida de la rabia moviéndose de su sitio hacia un grupo de supuestas decentes señoras que se encontraban en el principio de la fila, no alcance a escuchar lo que chismeaban entre si, la señora me señaló y todas dirigieron su mirada acusadora hacia mi humanidad.
Un joven se acercó a las indignadas damas, me imagino que era uno de sus hijos o amante de una de ellas, volteo hacia mi con cara de serio, inflando su musculatura caminó hacia donde yo me encontraba, se paró enfrente y con una actitud malcriada dijo----‘Mira chavista de mierda salte de aquí y vete para Cuba, estas identificado por esa maldita marca de tinta, aquí no aceptamos comunistas ni aliados de las FARC’----Respiré profundo, buscando el sitio apropiado para darle un coñazo que lo noqueara de una, el tenia la ventaja de su juventud y un cuerpo trabajado para ser objeto de deseo.
Un grupo de personas al percatarse del asunto y bajo la instigación de las cacatúas empezaron a corear ‘Se va, se va, se va, se va, se va….Se vaaa; Una de las mujeres gritó a pleno pulmón ‘Voy a buscar mi cacerola que tengo en el carro’; un carterista profesional aprovechando la confusión le robó un paquete de billetes de la cartera a una que trataba de ver lo que pasaba con los pies en posición de ballet, dada su pequeña estatura.
Rodeado y a punto de ser linchado me acorde de los caza vampiros, no cargaba ni ajo, ni crucifijo, opte por levantar mi meñique y dando vueltas sobre mi, amenacé amagando con el meñique a los potenciales linchadores, en la misma forma en que una dama bien educada levanta su taza de té; Los primeros en caer fueron los últimos, empujados por el recule de los primeros; los gritos de dolor no se hicieron esperar, pisados, atropellados y heridos, mis ajusticiadores crearon un pandemonio en la entrada del banco, aproveché saltando sobre los maltrechos cuerpos; Salí del centro comercial, viéndome el meñique me sentí orgulloso de ser socialista y revolucionario.

Al día siguiente la prensa regional titulaba en sus páginas principales lo siguiente: Hordas chavistas atacan a la sociedad civil en un conocido centro comercial.

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