Mi visita a una alcaldía rosada, tirando a blanco.
Llegué a la alcaldía como a las ocho y treinta AM, la basura amontonada en los costados de la edificación daban como toda basura un aspecto deprimente, las bolsas de plástico brillaban por su ausencia, cajas de cartón maltrechas estaban rebozadas por un contenido mixto , un perro se daba gusto con los sobrados de una hamburguesa MCDonald´s y unos huesos de Kentucky chicken. Los papeles de todas las formas y colores, esparcidos por el piso, daban la sensación de un rompecabezas inconcluso.
Los funcionarios empezaron a llegar tarde, por supuesto, un jefe de oficina que se respeta nunca llega a la hora de entrada para que no lo confundan con un bedel o guardia nocturno.
Empecé mi calvario cuando interrumpí a un Sr. con franela Marrón y un escudo de armas medieval - Buenos días amigo ¿Sabe usted donde queda la oficina de catastro? - ahí no hay nadie, dese una vueltecita y venga más tarde -Gracias sr. Pero son las ocho y media pasaitas -No insista Sr., le dije que se diera una vueltita -No me quedó más camino, me aproximé a un vendedor de café; Me da un negrito por favor -Como no Sr., tengo arepitas recién hechas de pollo, carne molida y jamón y queso -No gracias solo el café.
Al rato, el mismo Sr. de la franela marrón me preguntó ¿Que le trae por aquí? -Quisiera saber cuanto debo por un terreno -¿Cuándo fue la última vez que usted pagó? -¿Usted trabaja aquí? Repregunté -Sí y no, contestó -¿Cómo es eso?- Bueno amigo yo tengo la función de agilizar las cosas, si usted debe mucho, conmigo paga menos, ¿entendió? -claro que entendí, pero no estoy buscando gestores -Bueno yo estoy por aquí por si cambia de opinión; Di media vuelta arrecho y me dirigí a una puerta que tenia un letrero, ---Catastro municipal, toque antes de entrar y traiga sus recaudos---.
Toqué la puerta, nadie contestó, volví a tocar...silencio absoluto, giré la manilla, abrí la puerta.
Una oficina de 20mts2, de cuatro cubículos, computadoras con un amasijo de cables, como las de cualquier intersección de una barriada, hacia la vista del visitante, al costado derecho pilas de papel amarrados como una escultura de Cristo o como hallacas gigantes que aspiran participar en el record Ginness; La cabeza de un funcionario apareció súbitamente con el rostro de sorpresa y con desgano preguntó ¿Que desea?, no leyó el letrerito, todavía no estamos atendiendo, espere afuera, una señora se arreglaba el cabello y la otra mandaba mensajes de texto a una compañía que promociona pinturas labiales, lo sé porque oí cuando deletreaba el mensaje.
Al salir me tope con el gestor que con una sonrisita sádica me invitaba a caer en su red de corrupción.
Eran ya las 9 y 30, el gestor penetró en la oficina sin tocar ni leer el letrerito.
La cola era ya de 13 personas, ¡gracias a Dios que llegué primero! me decía a mi mismo, mientras que la bilis hacia de la suya en mi ya gastado cuerpo.
Por fin la señora del mensaje abrió la puerta con su celular guindando entre sus operados senos –Que pase el primero, gritó cerrando “la puerta”; me acerqué a “la puerta” cerrada, me aseguré de leer el letrerito, toqué tímidamente “la puerta”...silencio total, volví a tocar esta vez con más fuerza..No hubo respuesta. Me acordé que las puertas fueron traídas por los conquistadores para proteger los cofres y pertenencias individuales, me pregunté que secreto guardaba esa maldita puerta.
Cuando me armé de valor y me disponía a tocar nuevamente, se abrió la puerta saliendo el gestor que con la misma sonrisita me dijo siéntese y espere que lo llamen –Pero usted quien es para disponer del sagrado tiempo de las personas –Un contralor social.
Regresé a mi puesto que ya estaba ocupado por otra victima, eran las 10 de la mañana. Se acercó a “la puerta” una atractiva señorita que entró a la oficina sin leer el letrerito ni tocar “la puerta”; los ánimos entre las personas empezaron a caldearse, un joven exclamó ¡Quien tuviera ese curvero para no hacer cola y entrar sin tocar – Ni leer el letrerito agregué arrecho.
“La puerta” se abrió dando paso al funcionario que vi cuando tuve la suerte de haber estado en la oficina – El sistema se cayó, no sabemos cuando volverá , así que les recomiendo que regresen a las 2 de la tarde en punto, no vengan después de las tres porque atendemos al público hasta esa hora.
Alfredocorrea56@yahoo.co
Llegué a la alcaldía como a las ocho y treinta AM, la basura amontonada en los costados de la edificación daban como toda basura un aspecto deprimente, las bolsas de plástico brillaban por su ausencia, cajas de cartón maltrechas estaban rebozadas por un contenido mixto , un perro se daba gusto con los sobrados de una hamburguesa MCDonald´s y unos huesos de Kentucky chicken. Los papeles de todas las formas y colores, esparcidos por el piso, daban la sensación de un rompecabezas inconcluso.
Los funcionarios empezaron a llegar tarde, por supuesto, un jefe de oficina que se respeta nunca llega a la hora de entrada para que no lo confundan con un bedel o guardia nocturno.
Empecé mi calvario cuando interrumpí a un Sr. con franela Marrón y un escudo de armas medieval - Buenos días amigo ¿Sabe usted donde queda la oficina de catastro? - ahí no hay nadie, dese una vueltecita y venga más tarde -Gracias sr. Pero son las ocho y media pasaitas -No insista Sr., le dije que se diera una vueltita -No me quedó más camino, me aproximé a un vendedor de café; Me da un negrito por favor -Como no Sr., tengo arepitas recién hechas de pollo, carne molida y jamón y queso -No gracias solo el café.
Al rato, el mismo Sr. de la franela marrón me preguntó ¿Que le trae por aquí? -Quisiera saber cuanto debo por un terreno -¿Cuándo fue la última vez que usted pagó? -¿Usted trabaja aquí? Repregunté -Sí y no, contestó -¿Cómo es eso?- Bueno amigo yo tengo la función de agilizar las cosas, si usted debe mucho, conmigo paga menos, ¿entendió? -claro que entendí, pero no estoy buscando gestores -Bueno yo estoy por aquí por si cambia de opinión; Di media vuelta arrecho y me dirigí a una puerta que tenia un letrero, ---Catastro municipal, toque antes de entrar y traiga sus recaudos---.
Toqué la puerta, nadie contestó, volví a tocar...silencio absoluto, giré la manilla, abrí la puerta.
Una oficina de 20mts2, de cuatro cubículos, computadoras con un amasijo de cables, como las de cualquier intersección de una barriada, hacia la vista del visitante, al costado derecho pilas de papel amarrados como una escultura de Cristo o como hallacas gigantes que aspiran participar en el record Ginness; La cabeza de un funcionario apareció súbitamente con el rostro de sorpresa y con desgano preguntó ¿Que desea?, no leyó el letrerito, todavía no estamos atendiendo, espere afuera, una señora se arreglaba el cabello y la otra mandaba mensajes de texto a una compañía que promociona pinturas labiales, lo sé porque oí cuando deletreaba el mensaje.
Al salir me tope con el gestor que con una sonrisita sádica me invitaba a caer en su red de corrupción.
Eran ya las 9 y 30, el gestor penetró en la oficina sin tocar ni leer el letrerito.
La cola era ya de 13 personas, ¡gracias a Dios que llegué primero! me decía a mi mismo, mientras que la bilis hacia de la suya en mi ya gastado cuerpo.
Por fin la señora del mensaje abrió la puerta con su celular guindando entre sus operados senos –Que pase el primero, gritó cerrando “la puerta”; me acerqué a “la puerta” cerrada, me aseguré de leer el letrerito, toqué tímidamente “la puerta”...silencio total, volví a tocar esta vez con más fuerza..No hubo respuesta. Me acordé que las puertas fueron traídas por los conquistadores para proteger los cofres y pertenencias individuales, me pregunté que secreto guardaba esa maldita puerta.
Cuando me armé de valor y me disponía a tocar nuevamente, se abrió la puerta saliendo el gestor que con la misma sonrisita me dijo siéntese y espere que lo llamen –Pero usted quien es para disponer del sagrado tiempo de las personas –Un contralor social.
Regresé a mi puesto que ya estaba ocupado por otra victima, eran las 10 de la mañana. Se acercó a “la puerta” una atractiva señorita que entró a la oficina sin leer el letrerito ni tocar “la puerta”; los ánimos entre las personas empezaron a caldearse, un joven exclamó ¡Quien tuviera ese curvero para no hacer cola y entrar sin tocar – Ni leer el letrerito agregué arrecho.
“La puerta” se abrió dando paso al funcionario que vi cuando tuve la suerte de haber estado en la oficina – El sistema se cayó, no sabemos cuando volverá , así que les recomiendo que regresen a las 2 de la tarde en punto, no vengan después de las tres porque atendemos al público hasta esa hora.
Alfredocorrea56@yahoo.co