El día tres de Diciembre me levanté como a las cuatro de la madrugada. Mi misión era sabotear el proceso electoral pautado para ese glorioso día, donde mis jefes estaban seguros que tomaríamos el poder por la fuerza y la voluntad de nosotros, la mayoría se expresaría con un huracán de violencia.
Las encuestas reflejaban la victoria del dictador, porque el gobierno había comprado a todas las empresas de encuestas en el país y en el extranjero, solamente el Sr. Penn que si acertó en la realidad de la intención del voto, nos daba un empate, sin contar a los encuestados, más o menos 20%, que no respondieron porque tenían miedo y los indecisos que votarían por Rosales, nos explicó nuestro facilitador político- militar.
Fui entrenado en las afueras de la Lagunita, con armas de paint ball gun. Hacíamos dos grupos con uniformes de camuflaje;
El juego de guerra consistía en tomar la bandera del enemigo. Si a uno le pegaba una pelota quedaba manchado de pintura y era eliminado. las armas no producían sonido, eran como si tuvieran silenciador. Igualmente arrodillábamos a uno y diciéndole “Maldito comunista”simulábamos su ejecución.
El encargado de nuestro entrenamiento era un Cubano traído de Miami, el nos aseguraba que en el día D tendríamos armas de verdad, pero nunca las vimos, ni practicamos con ellas.
Mi gran preocupación era el Ejército, cuando le preguntaba a Mike sobre como podríamos derrotar a militares entrenados nos decía riendo que las Fuerzas Armadas en su totalidad estaría apoyándonos ¿y el pueblo? pregunté, también esta con nosotros. Además tenemos Paracos y la flota del comando sur entrará en acción. Yo dudaba de esas afirmaciones.
Mi objetivo era un centro de votación en el colegio San Ignacio de Chacao.
Tenía que esperar que una señora mayor empezara a gritar que ella votó por Rosales y en el papelito aparecía Chávez, armaría un escándalo y estábamos seguros que el plan Republica no la detendría por su edad. Tres de nosotros romperíamos las maquinas de votación, cuadernos electrónicos y las fatales capta-huellas.
Todos gritaríamos fraude, las cámaras de Globovisión grabarían y rebotarían la imagen para el extranjero. En los accesos al colegio quemaríamos carros disfrazados de chavistas.
Un francotirador apostado en una azotea tendría a raya a los soldados y a los refuerzos de la reserva.
Yo tendría el honor de matar a quemarropa a los testigos chavistas. Esto ocurriría simultáneamente en todos los centros de votación del este de Caracas y en las zonas de clase media y alta en otras ciudades del país.
Eran las 5 AM. Antes de salir de casa para matar el tiempo y los nervios prendí la TV, busque en diferentes canales y me detuve en Telesur, estaba empezando un documental que se llamaba “Crónica de una masacre, puente Llaguno”. Mis ojos no podían creer lo que estaba viendo. “Nos usaron y hoy también nos usaran, esos carajos”, coño, Yo no voy a ser conejillo esta vez, ni de vaina.
Eran las 5 AM. Antes de salir de casa para matar el tiempo y los nervios prendí la TV, busque en diferentes canales y me detuve en Telesur, estaba empezando un documental que se llamaba “Crónica de una masacre, puente Llaguno”. Mis ojos no podían creer lo que estaba viendo. “Nos usaron y hoy también nos usaran, esos carajos”, coño, Yo no voy a ser conejillo esta vez, ni de vaina.
Tengo 18 años y la vida por delante, nunca he matada a nadie, realmente en que clase de lío me metí .
Por primera vez reflexione sobre el asunto “esto no era un juego”, me van a matar como un pendejo.
Me quede en la casa, el teléfono repicó muchas veces, no lo contesté, en la televisión todo transcurría con normalidad, algunos hechos aislados eran reseñados por los canales del Estado, a los canales privados les tumbaron la señal por llamar a la rebelión. El candidato, su comando, la supuesta resistencia, los periodistas, los líderes de la oposición, los opinadores de oficio que iban a derramar su sangre brillaban por su ausencia, los que si estaban en la calle era el pueblo rojo, rojito y el plan República respaldando a la democracia, al CNE y al Presidente.
Me quede en la casa, el teléfono repicó muchas veces, no lo contesté, en la televisión todo transcurría con normalidad, algunos hechos aislados eran reseñados por los canales del Estado, a los canales privados les tumbaron la señal por llamar a la rebelión. El candidato, su comando, la supuesta resistencia, los periodistas, los líderes de la oposición, los opinadores de oficio que iban a derramar su sangre brillaban por su ausencia, los que si estaban en la calle era el pueblo rojo, rojito y el plan República respaldando a la democracia, al CNE y al Presidente.
Salí arrecho de mi casa a votar y lo hice por “el Comandante Chávez”.
Primer boletín del Consejo Supremo Electoral; Chávez 64%...Rosales 36%
Sobre el 90% de los votos escrutados.
Última hora: detenidos 70 personas por tratar de sabotear el acto electoral. Los dirigentes del candidato Manuel Rosales e instigadores de los desordenes huyen a Miami. Alrededor de los medios privados de comunicación están apostados miles de simpatizantes del Presidente.
Manuel Rosales envuelto en una trifulca en la Gobernación del Zulia, porque el Gobernador encargado no le quiso devolver la Gobernación, se supo por fuentes allegadas al candidato que el mismo se encuentra recluido en una clínica con hematomas en el ojo derecho. Comisiones del CICPC y la Fiscalía se encuentran en el hospital, con una orden de arresto emanada por un tribunal de control por lo hechos ocurridos en el golpe de estado de abril del 2002 y su participación en la destrucción del estado Venezolano en el Gobierno de “Pedro el breve” igualmente por el intento de desconocer los resultados emanados por el CNE.
Alfredo Correa
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